El cliente presenta la necesidad de dar cubierta a un espacio de juego dentro de un ámbito escolar marcado por la existencia de un solar escalonado, con importantes desniveles y grandes patios situados a diferentes alturas.
Ante tal contexto se decide realizar tal cubrición por medio de un volumen icónico, potente y directo, atractivo desde todos los diferentes puntos de vista a los que se encuentra sometido y que a su vez se convierta en una nueva referencia para el lugar. La necesidad de crear un elemento que, sin perder fuerza, permitiera la entrada de luz natural al interior provocó el estudio del uso de la chapa perforada como cerramiento vertical.
Unos grandes pilares de hormigón prefabricado junto con unas vigas de madera laminada consiguen salvar los 35 metros de luz necesarios para ubicar en su interior las pistas deportivas, y toda esta estructura se recubre finalmente con una piel metálica sólida y potente desde el exterior pero casi invisible desde dentro.
Esta piel metálica se hace realidad mediante lamas de chapa perforada de color azul de 3 tipos (A,V y L) que recuerdan a los elementos de un código de barras, donde una línea fina, una línea gruesa y un espacio amplio crean una alternancia no rítmica intercalando estos 3 elementos a lo largo de toda la fachada, y traduciendo así en su cara Sur y principal, el nombre del centro escolar.
Este mismo lenguaje se utiliza para componer otro elemento estructural, el pórtico que resguarda la portería dialoga con la fachada azul, pero se oculta en sí mismo para no competir, su color oscuro le hace pasar casi inadvertida frente a la fuerza del conjunto.
Los propios ángulos de las chapas perforadas crean esa composición que rompe la monotonía del volumen, provocan sombras propias y arrojadas diferentes en cada encuentro y tamizan la luz natural con el fin de crear un espacio interior agradable donde jugar, aportando algo más a esa necesidad de dar techo a un espacio donde hasta entonces llovía sobre mojado.